Bienvenido a la Iglesia Cristiana Asamblea Apostólica Copacabana
Una comunidad cristiana dedicada a compartir el amor de Cristo y crecer juntos en fe.
NUESTRO PROPÓSITO ES
Nuestros Servicios
Te invitamos a ser parte de nuestra comunidad en cualquiera de nuestros servicios semanales.
Sábado
06:30 PM
Servicio de adoración principal para toda la familia. Incluye escuela biblíca para niños.
Lunes
7:30 PM
Únase a nosotros en oración por nuestra iglesia, por nuestra comunidad de copacabana, por nuestro departamento y nacion.
Miércoles
9:00 PM
Profundice en la Palabra de Dios con nuestro estudio bíblico semanal, un cafecito para el alma.
Viernes
7:30 PM
Un tiempo especial para que los jóvenes se reúnan y crezcan espiritualmente.
¡Te estábamos esperando!
en Tu Hogar
Aquí hay un lugar para ti y tu familia
Bienvenido a nuestra comunidad
Descubre formas de conectar y participar en nuestra iglesia.
Grupos de Amistad
¿Te gustaría ser conectado a un grupo de amistad en tu ciudad o formar un grupo en tu casa? En nuestros grupos compartimos un mensaje edificante de la Palabra de Dios y creamos un espacio especial para compartir con amigos y familiares en un ambiente cálido y acogedor.
Déjanos tus datos y te contactaremos lo más pronto posible para conectarte con el grupo más cercano o ayudarte a iniciar uno nuevo en tu hogar.
Eventos Destacados
 
  
  
 Testimonios
Conoce las historias de cómo Dios ha transformado vidas en nuestra iglesia.
 Hernan Pineda
   Hernan Pineda "Yo crecí en un entorno marcado por la drogadicción, la delincuencia, el vandalismo y muchas otras situaciones difíciles. Desde muy joven me vi envuelto en ese mundo, y empecé a consumir drogas a una edad temprana. En mi ignorancia, llegué a creer que eso era algo positivo para mí, que estaba llevando una vida digna, sin darme cuenta del enorme daño..."
 Hernan Pineda
   Hernan Pineda  Testimonio completo
Yo crecí en un entorno marcado por la drogadicción, la delincuencia, el vandalismo y muchas otras situaciones difíciles. Desde muy joven me vi envuelto en ese mundo, y empecé a consumir drogas a una edad temprana. En mi ignorancia, llegué a creer que eso era algo positivo para mí, que estaba llevando una vida digna, sin darme cuenta del enorme daño que me estaba causando a mí mismo y también a las personas que me rodeaban. Cada día que pasaba me hundía más en ese estilo de vida autodestructivo, perdiendo poco a poco mi rumbo. Con el paso del tiempo, conocí a una mujer maravillosa que más adelante se convertiría en mi esposa. Juntos tuvimos una hija, lo cual fue un regalo inmenso. Sin embargo, mi comportamiento seguía siendo negativo. La vida que yo ofrecía estaba llena de inestabilidad, malas decisiones y sufrimiento. Mi esposa, después de haberme aguantado durante mucho tiempo, tomó la difícil pero necesaria decisión de alejarse de mí, llevándose consigo a nuestra hija. Ese momento fue uno de los más dolorosos y devastadores de mi vida. Sentí que todo mi mundo se desmoronaba, que me quedaba completamente solo, enfrentando las consecuencias de mis actos. Fue ahí cuando comencé a tomar conciencia del daño que había causado y del profundo vacío en el que me encontraba. Un día, en medio de mi desesperación, sentí una profunda necesidad de acercarme a Dios. Sin importar cómo me veía físicamente ni cómo me percibían los demás, tomé la decisión de asistir a una iglesia. Fue ahí donde comencé a experimentar una conexión real con Dios, algo que nunca antes había sentido. En medio de mi dolor y confusión, empecé a clamarle con todo mi corazón, suplicándole que me ayudara a salir del abismo en el que me encontraba. A partir de ese momento, comprendí que solo Él podía sacarme de esa vida oscura. Inicié un proceso de transformación personal, en el que cada día buscaba más de Su presencia. Le pedía con fe que restaurara mi vida, y especialmente, que me devolviera a mi esposa y a mi hija, a quienes tanto amaba y extrañaba. Los años pasaron, y yo permanecía firme, cultivando mi relación con Dios, dejando atrás todo lo que me había destruido y aferrándome a la esperanza que Él me ofrecía. Mi esposa, al ver el verdadero cambio que Dios estaba haciendo en mí —cómo me había transformado en una nueva persona— decidió darme una segunda oportunidad. Después de siete años separados, ella volvió y decidimos juntos reconstruir nuestro hogar, esta vez con Dios en el centro de nuestras vidas. Desde entonces, nos hemos aferrado aún más a Él, y yo he entendido que para Dios no hay nada imposible. Aprendí que sin Él no somos nada ni nadie. Hoy me siento inmensamente feliz por el hogar que Dios me ha devuelto, por su fidelidad y por todas las bendiciones que me da, cada día y en todo momento.
¿Tienes alguna pregunta?
Estamos aquí para ayudarte. No dudes en contactarnos para obtener más información sobre nuestra iglesia o servicios.
 
   
  